
En la mitad de mi vida, una noche, en un vals, conocí a Nelly Omar.
Una introducción con guitarras, una voz que golpea, que irrumpe, que se instala entre pecho y espalda con un andar vibrante, que te eleva y te deja caer como una pluma en la brisa. Una voz que se desliza dulce, cierta, aterradoramente bella.
"Parece mentira", el vals de Canaro y Manci. Nelly Omar canta y en medio de la noche una piba de 15 años -yo misma- se incorpora en la cama, se estremece con lágrimas y anota un nombre en un cuaderno de citas.
Es menester que confiese aquí mismo que a esa edad todo era extremo para mí, siempre al borde del fanatismo que sólo es dispensable en la adolescencia. Lo curioso es que era tan fanática de Nelly como de Queen y Dolina. Es decir que alternaba la milonga "Tu vuelta" con "Rapsodia bohemia" y las grabaciones del programa del Negro -que llegaron a colmar más de doscientos cassettes-.
Yo supe aquella noche señalada que quería cantar y tenía que ser así, como ella. Soñé guitarras a la par de mi voz y ví cómo un universo musical hasta entonces desconocido para mí se revelaba entero.
La voz de Nelly, su registro, sus matices, su afinación prodiogiosa, ¡sus finales!: tenía tanto que escuchar y aprender...
Nunca el canto de una mujer me había emocionado de ese modo. Incluso he llegado a sospechar de mi salud emocional y psíquica, dada como estoy al llanto incontenible cuando presencio los recitales de Nelly, cada vez más espaciados por una cultura sorda y egoísta como la nuestra.
Por eso aseguro que su voz me decidió a cantar tangos, aún cuando ya trajera desde mi infancia la mística tanguera como un recuerdo añorado de mis días en el campo con mis abuelos. Y no sólo los tangos de Gardel que giraban en el combinado Ken Brown, pared mediante con la pieza de los "buelos", sino también los fox trots, rancheras, valses y pasodobles, cuya danza improvisábamos con la abuela en la cocina de tierra de su humilde casa.
El tango, Nelly, Gardel, Dolina, la fragilidad de mi salud hasta entrada la adolescencia, la historia singular de mi vida, el amor de mis padres y de mis abuelos, las grietas en las que Dios asoma, todo ha sido tierra fértil para esta cantora que tenía un destino entre sus labios y vino a descubrirlo una noche en un valscecito...

¡Gracias Nelly por tu voz, tu escuela y tu ejemplo de entereza!
¡Te quiero!
Victoria
Un buen resumen de su historia... en Diario Río negro.
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Un tango que solía cantar a mis 18 años, recién nacida Victoria Morán...
Yo no sé por qué te quiero

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