12.6.09

¿Qué ves cuando me ves?

Yo quería decirlo así, quería hablar de mi rostro hundido en el espejo, de mi cuerpo cayendo en el cristal, adentrándose en mi propio ser. Quería decir mi asombro ante mí y las mujeres que soy y las que ya no seré...


Y en eso no va que viene Octavio Paz, el genial poeta mexicano, y se manda esta maravilla:




ESPEJO


Hay una noche,
un tiempo hueco, sin testigos,
una noche de uñas y silencio,
páramo sin orillas,
isla de yelo entre los días;
una noche sin nadie
sino su soledad multiplicada.

Se regresa de unos labios
nocturnos, fluviales,
lentas orillas de coral y savia,
de un deseo, erguido
como la flor bajo la lluvia, insomne
collar de fuego al cuello de la noche,
o se regresa de uno mismo a uno mismo,
y entre espejos impávidos un rostro
me repite a mi rostro, un rostro
que enmascara a mi rostro.

Frente a los juegos fatuos del espejo
mi ser es pira y es ceniza,
respira y es ceniza,
y ardo y me quemo y resplandezco y miento
un yo que empuña, muerto,
una daga de humo que le finge
la evidencia de sangre de la herida,
y un yo, mi yo penúltimo,
que sólo pide olvido, sombra, nada,
final mentira que lo enciende y quema.

De una máscara a otra
hay siempre un yo penúltimo que pide.
Y me hundo en mí mismo y no me toco.


Octavio Paz

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Yo opino, tú opinas...

Gira, el mundo gira...


contador de visitas