3.3.09

De la fe que requiere el amar...

Siempre hay alguien que lo dijo antes y mejor ...

Esa es la certeza que me invade cuando me siento o me acuesto a pensar acerca del amor. Mis reflexiones van decayendo lentamente, pasando de la ingenuidad de Cándido al optimismo de Pangloss, del cinismo de Cacambo al pesimismo final del mismísimo Voltaire.

“Il faut cultiver notre jardin” (Hemos de cultivar nuestro jardín)
Son las últimas palabras de Cándido en la obra homónima de Voltaire.

En eso ando, cultivando mi bonito jardín para sentarme a ver ponerse el sol junto a los que me rodean, los cercanos a mi alma, los que amo, los que están sin que yo se los pida...




(para descargar la obra "Cándido" de Voltaire, click aquí http://www.gutenberg.org/etext/7109 )




Pero yo no hablaba exactamente de Don Cándido, sólo cruzó por mi mente y ya se sabe como es de caprichosa esta ratonera. Hablaba, pues, de la obra que aquí cito y recomiendo.

"El arte de amar", de Erich Fromm, es un librito de tapa dudosamente blanca con una rosa roja en el centro que siempre anduvo boyando entre las misceláneas y modestas pilas de libros que resistían el polvo en mi casa natal. Lo describo así, porque sólo tiempo después y habiendo vencido el prejuicio de leer un libro que mi madre me había recomendado, previa recomendación de su psicóloga, pude hojearlo sin recelo.


Hace menos de dos meses lo encontré por casualidad, odio las comillas pero aquí caben un par, y no hice más que asentir con mi cabeza mientras lo leía. Recuerdo haber llorado y maldecido, aunque tal vez en mi recuerdo -los años han vuelto demasiado exquisita mi memoria- no era yo quien lloraba sino alguna de las niñas y mujeres que ya no seré y que me habitan, rozando la invasión.

Este que sigue aquí debajo es sólo un fragmento, hacia el final del libro, en donde el autor ensaya un repaso de los requisitos fundamentales para aprender y poner en acto y palabra el duro y complejo arte de amar.

En momentos en los que me cuesta mirarme en el espejo de mi fe - fe en el amor, en mi amor, en mí misma-, reflexionar un poco acerca de esta capacidad de confiar, amar y creer puede contribuir positivamente a mejorar la imagen que ésta que escribe -y ésta tiene nombre- y más de cinco, queremos que el reflejo nos devuelva alguna vez y de una vez por todas...


De "El arte de amar", de Erich Fromm


Erich Fromm, psicólogo social, psicoanalista y humanista alemán.
23 de marzo de 1900 -18 de marzo de 1980

"La capacidad de amar depende de la propia capacidad para superar
el narcisismo y la fijación incestuosa a la madre y al clan; depende de
nuestra capacidad de crecer, de desarrollar una orientación
productiva en nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos.
Tal proceso de emergencia, de nacimiento, de despertar, necesita de
una cualidad como condición necesaria: fe. La práctica del arte de
amar requiere la práctica de la fe."

"Tener fe requiere coraje, la capacidad de correr un riesgo, la
disposición a aceptar incluso el dolor y la desilusión. Quien insiste en
la seguridad y la tranquilidad como condiciones primarias de la vida
no puede tener fe; quien se encierra en un sistema de defensa,
donde la distancia y la posesión constituyen los medios que dan
seguridad, se convierte en un prisionero. Ser amado, y amar, requiere
coraje, la valentía de atribuir a ciertos valores fundamental
importancia -y de dar el salto y apostar todo a esos valores-."


"¿Hay algo que deba practicarse en relación con la fe y el valor?
Indudablemente, la fe puede practicarse a cada momento. Requiere
fe criar a un niño; se necesita fe para dormirse, para comenzar
cualquier tarea. Pero todos estamos acostumbrados a tener ese tipo
de fe. Quien no la posee, sufre enorme angustia por su hijo, por su
insomnio, o por su incapacidad para realizar cualquier trabajo
productivo; o es suspicaz, se abstiene de acercarse a nadie, o es
hipocondríaco o incapaz de hacer planes a largo plazo. Mantener la
propia opinión sobre una persona, aunque la opinión pública o
algunos hechos imprevistos parezcan invalidarla, mantener las
propias convicciones aunque éstas no sean populares: todo eso
requiere fe y coraje. Tomar las dificultades, los reveses y penas de la
vida como un desafío cuya superación nos hace más fuertes, y no
como un injusto castigo que no tendríamos que recibir nosotros,
requiere fe y coraje.
La práctica de la fe y el valor comienza con los pequeños detalles de
la vida diaria. El primer paso consiste en observar cuándo y dónde se
pierde la fe, analizar las racionalizaciones que se usan para soslayar
esa pérdida de fe, reconocer cuándo se actúa cobardemente y cómo
se lo racionaliza. Reconocer cómo cada traición a la fe nos debilita, y
cómo la mayor debilidad nos lleva a una nueva traición, y así en
adelante, en un círculo vicioso. Entonces reconoceremos también
que mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor
real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar. Amar
significa comprometerse sin garantías, entregarse totalmente con la
esperanza de producir amor en la persona amada. El amor es un acto
de fe, y quien tenga poca fe también tiene poco amor. ¿Es posible
decir algo más acerca de la práctica de la fe? Quizás otro podría
hacerlo; si yo fuera poeta o predicador, podría intentarlo. Pero puesto
que no soy ni lo uno ni lo otro, no puedo ni siquiera intentar decir algo
más sobre la práctica de la fe, pero estoy seguro de que cualquiera
realmente interesado puede aprender a tener fe como un niño
aprende a caminar."





















En el estribo, un remanso para los ojos...

Eterno... "El beso" , de Gustav Klimt .

Espero que les haya gustado.

V.M

2 comentarios:

  1. Suelo repetir hasta el hartazgo que poco hay más sabio que el refranero popular; uno de sus dichos versa que la fe puede mover montañas. Comparto con Fromm el rol protagónico de esta práctica humana, aunque advirtiendo que si en el amor nos puede resultar efectiva herramienta, en el campo del poder - por ejemplo- puede ser nuestra peor enemiga.
    Una amiga me hizo notar hace poco que "El poder no es otra cosa que fe. Una clase tiene poder sobre otra en tanto que la de arriba “cree” que ese es su lugar y ha hecho, a su vez, “creer” a la de abajo que ese es su lugar".
    Con ello, a tener cuidado; que el romanticismo no nos traicione. Alguna vez le escuché decir a nuestro amigo Dolina que la esperanza y la fe podían ser maravillosos motores, pero que también podían tornarse en nefastas trampas.
    Será cuestión, supongo, de poner atención sobre qué cuestiones ponemos en práctica nuestra fe, así como permitirnos perderla con absoluto discernimiento donde mejor nos haga. Valgan estas advertencias también para el terreno amoroso, no sea cuestión que agotemos nuestar fe en amores infructuosos...
    Besos!

    ResponderEliminar
  2. Mi querida... siempre tan certera. Tan cercana en tus reflexiones... tan asi, tan de barrio. De ese que hemos compartido antaño.
    Sobre el amor, pa' que decir mas... Ya don Fromm lo ha dicho todo. Amar es arriesgarse, no? Ni mas ni menos que eso!!!!
    Si hasta caigo en la cuenta de que uno canta para que lo amen... Canta para sacar afuera el alma, y mostrarla emperifollada de lo mejor, solo para que lo amen!

    Me encanto el blog... asi que ya me lo pongo en favoritos... y me sigo paseando por aca!

    Besotes enormes, Reina... a ver cuando los verdes!

    ResponderEliminar

Yo opino, tú opinas...

Gira, el mundo gira...


contador de visitas