14.10.07

El viejo

Yo lo ví: parecía estar cayéndose del tiempo, mateando un sueño largo y recurrente. A veces, cuando el desgano fatiga nuestros ojos, masticamos la vida como un sueño, detallando la nada en una sobremesa impúdica, repitiéndonos en risas, cumplidos y tacitas de café de mano en mano.
Como en sueños, mirándonos de lejos, la ubicuidad sencilla de estar y no percibirlo. Como aquél viejo, haciendo carne la sentencia que reza: lo que existe y no se percibe, bien podría no existir...


Cebando un mate largo y silencioso
está el viejo sentado en el reparo
que otrora fue zaguán y hoy, tras las rejas,
es un ambiente más de la casita
que unas manos calientes levantaron
hace ya tanto tiempo y tanto olvido.

Vió las tardes pasar como en sueño
montado sobre el mimbre recosido
cuando llegaba del taller silbando
y pava en mano acomodaba el vicio
de saludar meneando la cabeza,
brindando con su copa de agua verde:
diríase que el mate apaciguado
tenía ya la forma de su mano.

La mirada le escurre por la cara
mientras el puño le seca un agua turbia
que le nubla los ojos, desde cuándo...
pareciera que siempre ha sido viejo,
pero no, ya no intenta discutirlo,
sólo piensa las horas y las tardes,
piensa para sí mismo y para nadie.

Como en un vals enloquecido y torvo
los recuerdos lo arrastran en sus giros
al compás de un latir que se agiganta
cuando el telón se alza en su memoria
y ve la vida pasar siempre de lejos,
como en un cine cruel e imaginario,
otra vez está sentado el pobre viejo,
saludando a los suyos, los queridos,
los hijos que no están o no han venido,
la patrona, la vieja, su Paloma,
el hombre que antes fue y el que no ha sido.

La vida como un sueño amargo y lento
está cebando el viejo en su jarrito,
cabizbajo de a ratos, sonriendo
si una nena se para a saludarlo.
Sacude los recuerdos, los espanta
hablando solo como loco malo.

Lo que llaman vejez no es más que un sueño
para ese viejo ahogando sus recuerdos.
Un sueño atroz que avanza resignado...
Cuando despierte, ¿sabrá que lo he soñado?

(c) copyrigth


"Y este es mi viejo..."

Este es mi papá, Alberto, cantor y guitarrero por capricho divino. Mi maestro de canto y armonía. En esta foto no tiene aún veinte años y la guitarra y el canto ya eran su camino inevitable, aventura de la cual soy su amorosa cómplice en más de un valsecito. Su voz opera prodigios en mí, ya que todo lo que en sus flaquezas nos aleja, en la música nos reúne.

V.M





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