
Por el umbrío callejón de mis ansias, en lo estrecho de mis horas, voy y vengo. Desde el abismo sutil en el que muero a diario, mi corazón se lanza al aire, se suspende en la noche del grito y es una flecha de sangre despedida, arrojada en el miedo, en el espanto cuervo, en el amor crisálida. Voy y vengo. En la espesura de un sueño, me desgarro de mí, me desentiendo de todos los espejos y señales. Voy y vuelvo de mí: fiera asediada, sombra rumbosa, pregunta que se arrastra.
No quiero este dolor de niño solo, de final de año, de risa que se llora mientras mi soledad, vieja saeta, baila en el viento.
La flecha está en el aire, Señor, tú la lanzaste. Voy y vengo, relámpago, golpe, sablazo, látigo. La flecha está en el aire pero dónde irá a hundirse mi corazón sangrante que a olvidado su blanco.
No quiero este dolor de niño solo, de final de año, de risa que se llora mientras mi soledad, vieja saeta, baila en el viento.
La flecha está en el aire, Señor, tú la lanzaste. Voy y vengo, relámpago, golpe, sablazo, látigo. La flecha está en el aire pero dónde irá a hundirse mi corazón sangrante que a olvidado su blanco.
V.M
(c) copyrigth

Gran crónica de la pelea interminable a esa compañera necesaria que es la soledad, esa traicionera que nos va borrando los límites de su necesidad.
ResponderEliminarLlevar la flecha en la mano quizás sea una gran solución, esperando el momento oportuno para lanzarla vos.
Muy bueno che, te mando un saludo :). Y GRACIAS POR APOYAR LA LEY DE MEDIOS!!!